Quorum mínimo de las votaciones para ser consideradas válidas

He visto votaciones que han tenido muy poca participación (11% ó 25/223) y aún así han llevado a una decisión (usar Redmine para seguimiento de tareas), que no digo que no sea la mejor decisión, digo que el quorum parece insuficiente para este tipo de decisiones.

Yo propongo que esta propuesta no se apruebe si no consigue un quorum de al menos, digamos... el 70%
Para ser coherentes.

Yo haría una media de los miembros activos hasta ahora que hayan votado, y a partir de ahí plantearía el quorum mínimo (como dije el anterior mensaje, no es lo mismo los usuarios registrados que usuarios activos).

Conseguido la media de los miembros activos, podría plantearse que las propuestas aprobadas sean superiores a las negaciones y bloqueos.

Una cosa que quizás habría que ligar a esto es el porcentaje de votos si/no y bloqueos, es decir que tipo de mayoría estamos exigiendo para aprobar una propuesta y creo que esto tiene que ver con el quorum. Si hay menos de un 10% de oposición (votos no o bloqueos) creo que tal vez no haya que exigir un 50% y no digamos si no hay ninguna oposición.

yo creo que para empezar 6 dias es suficiente, si hay que esperar 15 nunca habrá nada hecho.
La propuesta me parece muy correcta pero para mas adelante, cuando ya esté todo organizado.

Creo que, establecido un tiempo mínimo, no es necesario establecer una participación mínima.

Es decir, si definimos un tiempo que consideramos adecuado para que todo el mundo tenga oportunidad de votar, si alguien no vota será su problema.

En todo caso, si se plantea un quorum, podría ser de posiciones a favor o en contra en contraste con las abstenciones. Es decir, si queremos un quorum del 70%, exigir que las abstenciones sean iguales o inferiores al 30% para que una propuesta sea aceptada.

@adrianchavesfernan puede ocurrir que haya periodos de menos actividad como agosto, entonces la menor participación es circunstancial. Lo que puede hacerse es que si a los 15 días, no se ha cubierto el quorum mínimo del 50%, entonces se amplia el plazo una semana y haya el quorum que haya tras esa semana adicional se aprueba por mayoría simple, como la primera y segunda convocatoria en las reuniones de vecinos :)

Bajo el planteamiento de las dos convocatorias, yo optaría en todo caso por que la primera convocatoria fuese de 1 semana, entonces, y la segunda convocatoria ampliase el plazo una semana más.

Por mucho que uno esté de vacaciones, salvo que se aisle completamente es de esperar que en dos semanas tenga algún momento de acceso a internet.

Creo que nuestro problema no es tanto tiempo como de falta de actividad, de gente apuntada pero que no participa regularmente. Y quien no se pasa por Loomio en 15 días seguidos no creo que tenga derecho a exigir dar su voto en propuestas iniciadas y finalizadas durante su ausencia.

Yo puedo ser un tanto talibán, pero creo que una votación sin, al menos, la mitad de los participantes no vale de nada.

Si lo hacemos al contrario, creo, que caemos en la delegación irresponsable de la democracia de las decisiones, que producen "Casta"

Uno que representa a muchos por dejación de los muchos, y que termina representándose a sí mismo y a sus intereses.

Eso sí, la democracia es un derecho y un deber. Y si una persona no vota o vota demasiadas pocas veces, le preguntaría si le interesa estar en un movimiento de la profundidad democrática como este.

No hay que olvidar el objetivo de Loomio. Que no es votar propuestas, sino llegar a propuestas con un consenso incuestionable.

Por eso, la primera propuesta no se suele aprobar. Es habitual y bueno, que se reformulen las propuestas para matizar. Quitando y añadiendo las partes necesarias para conseguir ese amplio consenso.

Por lo tanto, me parece bien establecer unos porcentajes de Quorum, pero no veo tanto sentido en limitar el tiempo para debatir y articular una propuesta de consenso.

Una desventaja de esto, es que podríamos caer en el infinito debate! Pare ser eficaces, igual necesitaríamos el rol de dinamizador. Una serie de personas, que se encarguen de comprender los argumentos en contra de una propuesta y que sean capaces de reformular la propuestas teniéndolos en cuenta.